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Líder sin Visión
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4 Habilidades para Hablar en Público

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Hace un par de semanas tuve el privilegio de impartir nuevamente el curso de hablar en público. Resulta muy disfrutable compartir con un grupo corto de once ejecutivos el conjunto de técnicas para desempeñarse sólidamente frente a un público.

 

Las técnicas son tan abundantes que es preciso combinarlas para lograr un resultado altamente satisfactorio en tan sólo dos días. La consolidación de estas técnicas nos lleva a cuatro grandes categorías, que las trataremos adelante.

 

Lo primero ¿eres de los que sufren el pánico escénico o de los que lo gozan? Cuando se te presenta una oportunidad de tomar la palabra ¿te animas o le corres? ¿Eres de los que toman la iniciativa o te muerdes el rebozo? Cuando asistes a una junta de trabajo ¿eres de los que se callan o de los que vierten su opinión? ¿Te expresas con fuerza y seguridad o te tiembla la voz?

 

A mí me gusta pensar en que un líder bien plantado es aquel que hace uso de la palabra con aplomo y se expresa con fluidez. Que al expresar sus ideas no requiere de teleprompter ni de chicharitos en la oreja. Un líder bien plantado hace contacto emocional, logra hacerse entender y conmueve a sus oyentes.

 

De cualquier manera, a mi curso lo he llamado “el arte de hablar en público” porque estoy consciente de que son muchas las técnicas y los requerimientos, donde únicamente la práctica constante hará el milagro de la transformación. Si alguien ya lo hace bien, debe aceptar que todavía puede hacerlo mucho mejor.

 

PRIMERA CATEGORÍA: EL ORADOR. La persona misma, su autoconfianza, su credibilidad, sus valores, su expresividad y sus cualidades para interactuar con otras personas son la base sobre la cual construiremos su proyección ante auditorios. En este punto, debe haber aceptación de que la persona es el medio audiovisual más completo y potente que existe.

 

A veces, encontramos a personas ansiosas por contar con un audiovisual espectacular, con figuritas de muchos colores y de gran movimiento, lo cual demuestra que cuentan con una escasa confianza en sí mismos y desean depositarla en medios externos.

 

SEGUNDA CATEGORÍA: LA AUDIENCIA. Antes de cualquier presentación es preciso tener información acerca del posible público objetivo. De sobra sabemos que los políticos envían emisarios a recoger información sobre el estado de ánimo, las inquietudes y las opiniones predominantes en el pueblo que van a visitar o la asociación o el colegio o la clase de audiencia que vayan a tener. Así tendremos que hacerlo nosotros. Una idea clara del tamaño de la audiencia, del tipo de auditorio en que hablaremos y de los recursos existentes resulta fundamental.

 

TERCERA CATEGORÍA: EL CONTENIDO. Es la esencia de nuestra participación. Se trata no sólo de atender a nuestras convicciones y gustos, es preciso orientarnos por las expectativas identificadas en la audiencia. Todo contenido tiene tres partes: apertura-cuerpo-cierre. Si nuestro tema es largo, dividámoslo en partes manejables de doce a dieciocho minutos cada una, para guiarnos por este esquema de tres partes.

 

El contenido debe tener un hilo conductor inspirado por un propósito unificador. Es peligroso perseguir más de un propósito, no caigamos en ese peligro. La idea de trabajar el contenido no es para escribir el discurso, es para darle una estructura y prepararnos. No es para leerlo. Es para ganar seguridad y expresarnos con claridad. Hay varios tipos de discurso y cada uno tiene una secuencia diferente: informativo, persuasivo, entretenimiento y de evento social (aceptar un premio, entregar un premio, presentar a un orador, felicitar a un ganador, a una quinceañera, en las bodas, etc.).

 

CUARTA CATEGORÍA: LA PRESENTACIÓN. Es el momento de la verdad. Aún los conferencistas más experimentados reconocen la presencia de los nervios antes de hablar. El día que ya no sientas nervios por estar ante un auditorio, sin importar su tamaño, ese día estás perdido. Sabrás que has perdido el respeto por ese privilegio de dirigirte ante un auditorio y no mereces estar ante él.

 

Aunque ya te has preparado tienes que practicar. Tal vez puedas conversar informalmente sobre el tema con tu pareja o con tus amigos, allí descubrirás los planteamientos inexactos que estás haciendo y podrás corregir oportunamente. Tal vez puedas grabarte y escucharte. La entonación de tu voz y las inflexiones que utilizas juegan un papel importante. Hacer pausas en ciertos momentos es crucial para aumentar el impacto de tu idea.

 

Uno de los aspectos fundamentales es esta analogía: un discurso es como un sándwich, pan arriba y pan abajo, en medio todos los elementos que desees meterle. Es imperdonable pasar al frente y no iniciar con una apertura firme y contundente. La apertura debes escribirla, aprenderla de memoria y practicarla, de lo contrario comenzarás con el clásico e imperdonable “bueno, pues, yo quería decirles que…”

 

De la misma manera, el cierre tienes que escribirlo, aprenderlo de memoria y practicarlo. Nada más pobre que terminar diciendo “ya terminé, gracias” o “eso es todo, no tengo más que decirles”, y otras bobadas más.

 

Forma parte de tu presentación la utilización de historias que hagan más entretenida tu intervención. Hay una frontera peligrosa con las historias, puedes utilizar relatos personales pero corres el riesgo de proyectar exceso de autoestima. Lo peor que puede pasar es que te proyectes como el héroe de tu historia.

 

Para cada una de las categorías hay técnicas y recursos para aplicar. Sólo una práctica intensa te hará dominarlos para conseguir el dominio de tus nervios. Uno es consecuencia de lo otro.

 

Dale Carnegie aconsejaba “habla de aquello que sepas por lo menos cuarenta veces más de lo que vas a pronunciar”. Este consejo es fundamental porque si no, te puedes quedar sin gas. La experiencia me ha enseñado que hay tres tipos de discurso: el que voy a decir, el que digo y el que ojalá y les hubiera dicho. Prepárate y tendrás éxito, tras éxito.

 

Que tengas una semana feliz y productiva.

 


 

¡HASTA EL PRÓXIMO MIÉRCOLES!

 

RECUERDA: NADA CAMBIA HASTA QUE ALGUIEN TOMA LA INICIATIVA Y ESE…ES UN LÍDER ¿ACASO ERES TÚ? ¿POR QUÉ NO COMIENZAS HOY MISMO?

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